Tal es la cantidad de inventos que se le atribuyen a Herón de Alejandría, matemático e ingeniero helenístico del siglo I , que si viviese hoy en día los funcionarios de la Oficina Griega de Patentes y Marcas habrían pedido el traslado por exceso de trabajo. Uno de sus inventos nos va a servir para, como mínimo, cuestionar el milagro de convertir el agua en vino en las bodas de Caná.

Bodas de Caná

En el  Evangelio según San Juan -escrito a finales del siglo I-, Jesús, su madre y los discípulos asistían a una boda en Caná de Galilea en la que, según parece, había más invitados de la cuenta o bebían más vino de lo normal para este tipo de celebraciones. Ante aquella crítica situación para el novio, Jesús ordenó llenar con agua seis tinajas de barro que cuando se sacaron a la mesa… se obró el milagro: el agua se convirtió en vino, y del bueno. Pues igual aquel milagro no fue tal y tuvo algo que ver la jarra mágica de Herón. El artilugio en cuestión es algo así…

Jarra Mágica

La pieza que divide la jarra en dos mitades tiene unos pequeños orificios junto a la pared (E) y uno mayor (F) atravesado por un tubo que va de la parte inferior (G) al asa (H) con un orificio de salida (K). Fuera de la vista de los comensales, echamos vino en la jarra que llenará la mitad inferior a través de E. Ya en la sala, decimos que vamos a convertir el agua en vino y echamos en la jarra agua asegurándonos de tapar el orificio K. Al no tener salida el aire, el agua quedará atrapada en la parte superior. Manteniendo tapado K, se vuelca la jarra y saldrá agua pura… decimos que es un proceso lento. Repetimos la operación pero en esta ocasión si tapar K, el agua seguirá saliendo pero ya mezclada con algo de vino que ha pasado por E… ya va tomando color y sabor. Y rematamos volviendo a servir, ya cuando se haya terminado el agua de la parte superior, obteniendo vino. Eso sí, la calidad el vino dependerá del que hayamos echado al principio. Lógicamente, e invirtiendo el proceso, se puede convertir el vino en agua, aunque con este milagro no haríamos muchos amigos.

Con este artilugio, basado en la mecánica de fluidos –otrora milagro-, Herón echaba unas risas con sus amigotes y se ganaban algún café apostando.

[P.D.: Este artículo sólo pretende demostrar que, cuando se escribió el evangelio que narra las bodas de Caná -finales del siglo I-, el artilugio que podía “convertir el agua en vino” de Herón ya existía]

Fuente:
http://historiasdelahistoria.com/




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