Escrito por: Memo Valero | Periodista Deportivo

Arriba del cuadrilátero todo salió a pedir de boca; dos guerreros con cuentas pendientes, uno con sed de revancha y el otro con deseos de resurrección, dos estilos que se acoplaron con la sincronía digna de un baile de vals, dos peleadores que dignificaron a la perfección la profesión del boxeo.

Francisco ‘Gallo’ Estrada y Román ‘Chocolatito’ González ofrecieron, simplemente, una batalla épica. Y precisamente, por respeto a este recital boxístico que disfrutamos anoche, debemos extirpar de este enfrentamiento, la cancerígena y ya trillada palabra «robo». Aquí no cabe, desentona, no la use, se mira mal.

Explico…

Muchos especialistas y aficionados de todo el mundo vieron ganar al púgil nicaragüense con tarjetas de 115-113, mientras que otros tantos tuvieron exactamente la misma puntuación, pero en favor del campeón azteca, ahora bien, un 115-113 en el boxeo se traduce en una pelea pareja en demasía, en un 115-113 no hay espacio para las conspiraciones, en un 115-113 el coqueteo con el empate o con el resultado a la inversa será siempre latente.

Ayer, particularmente, hubo rounds complicadísimos de calificar; los dos protagonistas ofrecieron constantemente valentía excesiva, contraataques precisos, aperturas de rounds lentos y cierres feroces, el boxeo es de apreciación y en contiendas con tanta adrenalina, pero sobre todo con tanta paridad, los mínimos detalles observados en cuanto a defensiva y ofensiva pueden marcar la diferencia, esta pelea la pudo haber ganado cualquiera y la credibilidad merecería seguir intacta.

Lo del juez de Carlos Sucre y su tarjeta de 117-111 para el ‘Gallo’ es, simplemente, una mafufada, de esas que nunca faltan en peleas de gran cartel, aunque a mi ver no debe ensuciar del todo el triunfo del pugilista sonorense, porque igual ese juez pudo haber ofrecido una puntuación ajustada y el ganador seguiría siendo Estrada.

Finalmente, ¿Qué nos deja la ‘Gallo vs Chocolatito II’?, nos deja una sed insaciable de ver la trilogía, nos deja un nuevo florecer en la legitimidad de este deporte, y más importante aún, nos deja la grata sensación de haber sido testigos de una guerra, que en definitiva, quedará enmarcada entre lo mejor de la historia.

Quedémonos con eso, no queramos hacernos los «vivos» desacreditando y enjuiciando, ayer, como bien lo dijo Francisco Estrada días atrás, fuimos testigos de boxeo real.

Aplaudamos y agradezcamos, no hay más.

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